Fue la música, que estaba alta, y media Europa no escuchó la alarma, y estalló el mundo occidental. El Imperio se cayó de espaldas, sucedió mientras tú bailabas. Fue un sideral ultraliberal. Raza blanca, os digo adiós, blanco ingenio, negro humor. Tanto confort provocó narcolepsia.
A veces quieres gente alrededor, y no están, nunca están. Y cuando sobra el mundo entre los dos, no se van, ¡no!
Radio Himalaya, cuando el resto calla. Radio Himalaya, desde mi atalaya.
Se zamparon todo el Amazonas, les dejaron sólo una rotonda. Te da igual, no es occidental. El sistema te petó en la cara, justamente cuando tú ingresabas. Ojalá no fuera la verdad. Fin del mundo, a repoblar, tú haces de Eva, y yo, de Adán. Lancé botellas al mar, ¿las encontrarás?
A veces quieres gente alrededor, y no están, nunca están. Y cuando sobra el mundo entre los dos, no se van, ¡no!
Radio Himalaya, desde mi atalaya. Ondas aladas, cuando el mundo calla. Radio Himalaya, mientras otras gritan “gol, gol, gol”.
Enviando sondas al mundo exterior. ¿Dónde irán? ¿Dónde irán?