Piedad, piedad haz que un día me hunda en tu llama infame, quemadura profunda.
Mírame piedad con tus ojos de mar y dilúyete en mis manos, que fluyan en tu mente.
Que te ahoguen para siempre en mi océano doliente, que inunden tu cuerpo y tu insondable abismo. Ha, como una ola violenta en paroxismo, quisiera sepultar mi corazón entre tus piernas.
Déjame meterme en ti y ya no más resurgir. Para morir feliz, no puedo pedirte más.
Hay, estoy loco por ti mujer, de tu cuerpo sensual. Muestra tu alma, te quiero ver, oh, mi Estrella Inmortal.
Nunca, nunca olvidaré tu lengua, tu lengua perfumada de heroína letal.
Acuérdate mi bella del intenso palpitar de mi corazón contra tu pecho golpeándote brutal.
Ho, escucho tus sueños como un canto milenario, como un grito estridente bajo lagrimas amargas.
Amárrame te lo ruego a tu ardiente conciencia, que yo siga para siempre tu mundo de esplendor.
Déjame meterme en ti y ya no más resurgir. Para morir feliz, no puedo pedirte más.
Hay, estoy loco por ti mujer, de tu alma sensual. Muestra tu cuerpo, te quiero ver, oh, mi Estrella Inmortal.
¿Acaso yo encontraré aquello que nunca fue?, y tus labios melodiosos y tus aires religiosos a Dios se los pediré, él sabe que te soñé. Llamándote lo ensordecí como un perro ladrando por ti.
Estoy loco por ti mujer, de tu cuerpo sensual. Muestra tu alma, te quiero ver, oh, mi Estrella Inmortal.
Hay, estoy loco por ti mujer, de tu cuerpo sensual. Muestra tu alma, te quiero ver, oh, mi Estrella Inmortal.
Ho, mi Estrella Inmortal. Ho, mi Estrella Inmortal