Percanta que arrepentida de tu huída has vuelto al bulín con todos los despechos que vos me has hecho te perdoné; cuántas veces contigo y con mis amigos me encurdelé; y en una noche de atorro en el cotorro no te encontré.
Te busqué por todo el cuarto, imaginándome, mi vida, que estuvieras escondida para darme un alegrón, pero vi que del ropero la ropa ya habías quitado y al ver que la habías llevado lagrimeó mi corazón.
La carta de despedida que me dejaste al irte decía que ibas a unirte con quien te diera otro amor, la repasé varias veces, no podía conformarme de que fueras a amurarme por otro bacán mejor.
Y pensé en aquellos días que me decías mirándome: mi amor es sincero y puro y yo te juro que te amaré, y que al darte un abrazo en tus ojazos lágrimas vi; yo no sé, vida mía, como has podido engrupirme así.