Aturdido y abrumado por la duda de los celos, se ve triste en la cantina un bohemio ya sin fe. Con los nervios destrozados, y llorando sin remedio como un loco atormentado por la ingrata que se fue.
Se ve siempre acompañado del mejor de los amigos, que le acompaña y le dice: "ya está bueno de licor". Nada remedia con llanto, nada remedia con vino: al contrario, la recuerda mucho más su corazón.
Una noche, como un loco, mordió la copa de vino, y le hizo un cortante filo que su boca destrozó. Y la sangre que brotaba confundióse con el vino, y en la cantina este grito a todos estremeció:
"No te apures compañero si me destrozo la boca, no te apures que yo quiero, con el filo de esta copa, borrar la huella de un beso traicionero que me dio."
"Mozo, sírveme la copa rota, sírveme que me destroza esta fiebre de obsesión. Mozo, sírveme una copa rota, quiero sangrar gota a gota el veneno de su amor."
"Mozo, sírveme en la copa rota, sírveme que me destroza tanta fiebre de obsesión. Mozo, sírveme una copa rota, quiero sangrar gota a gota el veneno de su amor."