POBRE JERUSALÉN JESÚS: Ni tú, Simón, ni todas esas gentes, ni romanos, ni judíos, ni Judas, ni los doce, ni escribas, fariseos, ni Jerusalén condenada, comprendeis mi gloria, comprendeis mi poder, comprendeis mi destino, no lo comprendereis. Si supieras lo que yo sé, pobre Jerusalén. Verías la verdad, pero ya sé que no la quieres ver. Morirás mientras tu vivas, pobre Jerusalén. Para vencer la muerte y no sufrir, deberás morir.