(Ángel Parra - Mauro di Domenico) ¡El pueblo unido jamás será vencido!
Allende, presidente, te vengo a saludar, tu presencia está viva de la montaña al mar. Eterna en la memoria de Chile que sufrió por la rastrera infamia un general traidor, cobarde y asesino, así lo llamo yo.
Allende, presidente, usted fue la esperanza, de un mundo de justicia, sin odios ni venganza. Allende, compañero, usted que resistió, la metralla en la mano, tenía la razón, la dignidad era parte de vuestro corazón. ¿Quién ordenó la muerte, Kissinger o Nixon? Consumaron el crimen, horror y delación, la CIA, los fascistas, pagados en Washington. El pueblo desarmado no tuvo protección, cae la noche en Chile, torturas y prisión.
Allende, combatiente, maestro presidente, los hijos de la patria hoy te dicen ”presente”. La luz de tu memoria lealtad, valentía quedaron en la historia como una profecía. La justicia demora pero al fin llega un día, presidente chileno, hermano, compañero, volvemos a cantar, contigo venceremos.
¡Córrele, córrele, córrele, córrela, córrele, corre, que te van a matar!
Bolívar y Zapata, el Che, los jornaleros, los pobres de la tierra, indican el sendero: Justicia, pan, trabajo, escuelas para el pueblo. Mujeres combativas, ardientes como el fuego renuevan la confianza, firmes como el acero. Treinta años han pasado vuelves a aparecer, los traidores se pudren, se morirán de sed. Tu imagen se agiganta, tus ideas también. El pueblo nunca olvida a quien lo quiso bien y escriben en los muros, vuelves a florecer. Allende, presidente, que sirva la ocasión; denuncio aquí la infamia, la noche del terror, de brutos carceleros que imponen el dolor, violando la inocencia. Que le pidan perdón a la bandera patria, a Víctor, al amor.
Me despido tranquilo, amigo Salvador, vendrán otros momentos de historia y emoción. El cuento no termina cantando esta canción, seguiremos luchando con fuerza, con pasión, semilla que sembraste por la revolución.