Llueve sangre sobre nosotros y nuestras ropas, costras de indignación promesas vanas, mi alma ardiendo como una antorcha que no se apaga fácilmente promesas vanas que nadie olvida ahora tus lágrimas, ahora tus lágrimas, queman más que el azufre sólo espero que el cielo que has creado se hunda en este infierno incoherente de todos los días