A man disillusioned with life, love and values confesses himself in front of a cup of rhum, alcohol that always helped him to soothe the frustrations and harshnesses of existence “la vida es una herida absurda” (life is an absurd wound). He speaks of oblivion, the briefness of life, the absence of love. To avoid those pains is “el licor que aturde” (the liquor that stuns). He compares life to a circus or theater show, in which wine or any alcoholic beverage will end the show “corriéndole un telón al corazón” (drawing down the heart’s curtain). He says this sad litany while he plays or listens to a bandoneon that drips “su rezongo lerdo” (his slow moan). Death now arrives and this is the “última curda” (last intoxication). Lastima, bandoneón, mi corazon tu ronca maldición maleva... Tu lágrima de ron me lleva hasta el hondo bajo fondo donde el barro se subleva. ¡Ya sé, no me digás! ¡Tenés razón! La vida es una herida absurda, y es todo tan fugaz que es una curda, ¡nada más! mi confesión.
Contame tu condena, decime tu fracaso, ¿no ves la pena que me ha herido? Y hablame simplemente de aquel amor ausente tras un retazo del olvido. ¡Ya sé que te lastimo! ¡Ya se que te hago daño llorando mi sermón de vino!
Pero es el viejo amor que tiembla, bandoneón, y busca en el licor que aturde, la curda que al final termine la función corriéndole un telón al corazón. Un poco de recuerdo y sinsabor gotea tu rezongo lerdo. Marea tu licor y arrea la tropilla de la zurda al volcar la última curda. Cerrame el ventanal que arrastra el sol su lento caracol de sueño, ¿no ves que vengo de un país que está de olvido, siempre gris, tras el alcohol?...