Música: Enrique Delfino, Letra: Alberto Vaccarezza 1928
¡Tango!... Melancólico testigo y el único amigo de mi soledad. ¡Tango!... En las vueltas del destino quizá en mi camino la vuelva a encontrar.
Suena, tango quejumbroso, compadrón y callejero, como suena en la tristeza mi abatido corazón. Y si ves a mi querida no le digas que la quiero, porque ya me da vergüenza de pensar en su traición.
¡Tango!... Melancólico testigo y el único amigo de mi soledad. ¡Tango!... En las vueltas del destino quizá en mi camino la vuelva a encontrar.