Una chica muy guapa, llamada Adela Por amores de Juan se hallaba enferma. Él le decía que la quería Y a su amiga Dolores, la prefería.
Un día sus amigas fueron a verla Y le llevaron flores, llenas de pena Y entristecida ella lloraba Al ver que Dolores allí no estaba.
Madre, que hermosa noche, mire cuantas estrellas, Abra bien la ventana, que quiero verlas. Hermosas son las estrellas, pequeña mía, Pero el frió de la noche daño te haría.
Ay madre mía, ay madre mía, Ese sudor que tengo es la despedida, No, hija mía, no digas eso, Que estás mejorando, ¡dame otro beso!
Madre cuando me muera ¡ay! vistéame el traje Que guardé en el armario para casarme, Y aquí en mi brazo, y aquí en mi mano Póngame las alhajas que Juan me ha dado.
A las seis de la tarde pasó el entierro, Juan, que estaba en la calle, se metió dentro, Desconsolado y llorando se arrodilló Delante del retrato que Adelita le dio.
También a lo lejos, muy escondida Se hallaba Dolores, arrepentida Mirando al cielo, así exclamó: Adela si me escuchas, ay ¡dame tu perdón!