En tiempos de Dios sobre un altar, su rostro surgió de entre tinieblas. Sembrando el terror, llevando el mal, torturas, horror, muerte y hogueras. Cobarde y traidor, oculto tras falsas creencias, verdugo a la vez que orador que se oía reír con cada condena. La iglesia en sus manos delegó, cayó y otorgó y ahora lamenta. No importa tu edad ni religión, no importa el color, sólo eres leña. Ojos que no ven corazón que no siente aunque pesa. La historia os recuerda el error, responded ante Dios o ante vuestra conciencia.
Sobre las llamas del terror nació un canto a un nuevo ida, a un nuevo sol. Sufre en silencio tu maldad, tu Dios aún cura sus heridas y su dolor. Ciego está quien no mire atrás y reconozca su error, su gran error. ¿Donde está toda aquella humildad que predicaba tu Dios? ¿Donde está? Sobre las llamas del terror nació un canto a un nuevo ida, a un nuevo sol. Sufre en silencio tu maldad, tu Dios te espera en la otra vida, con su bendición... Ciego está quien no mire atrás y reconozca su error, su gran error. ¿Donde está toda aquella humildad que predicaba tu Dios? ¿Donde está?