Por fin, ya lo ves, he decidido escribir... tú bien sabes que el papel, la tinta y yo no nos llevamos muy bien.
Recuerdo aquel día que esperaba también, como siempre, en punto a las diez, y empezaba a pensar que me dejaste tirado... ¡qué le voy a hacer!
Vi pasar tanto tiempo: me temblaban las manos, y de vuelta a empezar fumaré otro cigarro. ¡Cómo iba a pensar que te habían apartado para nunca volver a este absurdo teatro!
Recuerdo esa voz susurrando a mi lado que no ibas a volver, que te habías marchado y no... no... vuelve a hacer tanto frío aquí.
Y ¿dónde estás? Aún creo que estoy soñando. soñando un triste final... Y ¿dónde estás? Sólo tiéndeme tu mano, y hasta aquí podré llegar... Sólo dime dónde estás... amiga.