Corazón, me estás mintiendo... Corazón, ¿por qué lloras? No me ves que voy muriendo de esta pena a tu compás. Si sabés que ya no es mía, que a otros brazos se entregó, no desmayes todavía, sé constante como yo. Dame tu latido que yo quiero arrancar esta flor de olvido que ella ha prendido sobre mi mal.
Corazón, no la llames ni le implores, que de tus amores nunca has merecido tanta humillación. Creo en Dios y la vida, con sus vueltas, sé que de rodillas la traerá a mis puertas a pedir perdón.
Ya verás, cuando retorne y en sus pasos traiga fe, que no es loca mi esperanza, que no en vano la lloré. Yo tendré en mi boca un beso para su desolación y mis manos las caricias que le entreguen el perdón. Pero si no viene ¡yo no quiero vivir! Y en mi triste noche sin un reproche sabré morir...