¿No ves qué dolor, qué pesar le quedó a mi fiel y angustiado corazón? Desde aquel día que vos te fuiste, mi vida paso fulero y triste... Qué mal te portaste con el que te supo querer sin falsía y con amor. Y vos echaste todo al olvido, lo que yo he sido para vos...
Yo jamás iba a pensar pagaras vos tan mal todo aquel bien que con amor te supe hacer. De la calle te saqué pa’ no verte padecer. Y aquí en mi pobre bulín calmaste tu sufrir, tu padecer y hallaste en mí a un hombre fiel que supo darte calor de nido, abrigo y un puchero pa’ comer.
Te faltó la valentía pa’ decirme: ¡Chau me voy... me voy con otro de más hombría, que ya estoy harta de vos! Sólo hallé, sobre la mesa, escritas en un papel, siete palabras que componían tu despedida cruel.