Lejana tierra mía bajo tu cielo, bajo tu cielo, quiero morirme un día con tu consuelo, con tu consuelo. Y oír el canto de oro de tus campanas que siempre añoro; no sé si al contemplarte al regresar sabré reír o llorar...
Silencio de mi aldea que sólo quiebra la serenata de un ardiente Romeo bajo una dulce luna de plata. En un balcón florido se oye el murmullo de un juramento, que la brisa llevó con el rumor de otras cuitas de amor.
Siempre está el balcón con su flor y su sol... Tú no estás, faltas tú... ¡Oh! Mi amor...
Lejana tierra mía de mis amores, como te nombro en mis noches de insomnio con las pupilas llenas de asombro... Dime, estrellita mía, que no son vanas mis esperanzas; bien sabes tú... que pronto he de volver... a mi viejo querer.