Te mataría si pudiera, fríamente. Te mataría sin sufrir y sin testigos. Si no supiera que es un acto irrevocable. . . Te mataría sin piedad.
Te mataría con las manos que te toco. Con el placer de decidir por tu partida, y si pudieras perdonar. . . Te mataría de una vez.
Sobre la cama que te besa. Dentro de un cuarto humedecido. Por ese cuerpo tan deseado y conocido en una noche sin final.
Por lo que falta que resalta tu existencia. Por esa ausencia que persiste aunque vos vivas. Porque es mejor que convivir con ironía. . .
Te mataría sin llamarlo asesinarte. Con una muerte artesanal y apasionada. Sobre mi cuerpo quedarían esas marcas. . . Que ni la muerte de verdad me borrarían.