Mama, me perdonara lo que le voy a decir, que yo me acoste a dormir y desperte embarazada. Yo no se de quien sera, hombres yo no he conocido; esto a mi me ha sucedido sin tener ningun intento, creo que sera un mal viento que al despertar he tenido.
Hija, tu no me haces creer ni por tu ciencia, Marina, esto solo a la gallina el viento la hace poner. No ha nacido la mujer que para de un huracan; sea de Pedro, sea de Juan, yo lo saco por la cara y es de mas que me negaras, yo se los que a casa van.
Por fin se llego ese dia de la hija dar a luz. Se parecia a Jesus en las narices, la cria, y en el pescuezo a Isaias y en la boca a Crispiniano, y en los ojos a Luciano, en los cachetes a Juancho, y en las orejas a Pancho y en el pelo a don Asiano.
Empezo este niño a andar, cambio de otro parecer; se parecia a Daniel y en lo alto a Eliazar, y en la rodilla a Pilar, en lo pando a Simeon. Por tanta comparacion vino su madre a creer que su hija era la mujer que paria de un ventarron.