No es que esté arrepentido de haberte querido tanto; lo que me apena es tu olvido y tu traición me sume en amargo llanto. ¡Si vieras! Estoy tan triste que canto por no llorar... Si para tu bien te fuiste para tu bien yo te debo perdonar.
Después de libar traidora en el rosal de mi amor te marchas, engañadora, para buscar el encanto de otra flor... Y buscando la más pura, la más linda de color, la ciegas con tu hermosura
para después engañarla con tu amor.
Aquella tarde que te vi tu estampa me gustó, pebeta de arrabal, y sin saber por qué yo te seguí y el corazón te di y fue tan sólo por mi mal. Mirá si fue sincero mi querer que nunca imaginé la hiel de tu traición...
¡Qué solo y triste me quedé, sin amor y sin fe y derrotado el corazón!
Ten cuidado, mariposa, de los sentidos amores... No te cieguen los fulgores de alguna falsa pasión perque entonces pagarás toda tu maldad, toda tu traición.