Óyeme, hermano, contesta hasta mi sombra qué piensas de la muerte que te dimos y el frío.
La sangre que entregaste nos ahoga desde el fondo del tiempo y tu canoa.
Ay, hermano, si pudiera suplicarte, suplicarte tan fuerte que volvieras desde un triste tañer, joven ausente.
Alerta estoy a tu costado abierto, inmolada paloma solitaria, ay, deja mirar tu río cuando vuelva aquel que me promete tus flores de poeta las sombras, los silencios, los dolores lloran aún más hondo al recordar haciendo guerra con tus flores buenas.