Como una "ilusión marina" la radiante princesa volvió para cuidar de aquel faro, porque el viejo farero enfermó y los errantes marinos como ayer le cantaron su amor, y en las barcas de los pescadores un vals destrenzaba un viejo acordeón.
Eran las notas de aquella musiquita que, como queja, en los mares se escuchaba desde la tarde ya olvidada en el recuerdo en que la linda princesita se marchara aquella blanca princesita como espuma la de mirada misteriosa como el mar y cuyos ojos relucieron más que el faro entre los brazos de aquel bravo capitán.
Cantan los lobos marinos sus ensueños en triste cantar y sus errantes quimeras se las lleva sollozando el mar porque en la costa bravía amarrado por siempre estará aquel barco que llevóse un día la perla más linda que guardaba el mar.