Hoy vuelvo a la ciudad enamorada donde un día los dioses me envidiaron. Sus altas torres, que por mí brillaron, pavesa sólo son desmantelada.
De cuanto yo recuerdo, ya no hay nada: plazas, calles, esquinas se borraron. El mirto y el acanto me engañaron, me engañó el corazón de la granada.
¿Dónde pudo perderse tanto ruido, tanto amor, tanto encanto, tanta risa, tanta campana como se ha perdido?
¿Cómo pudo callarse tan deprisa su rumor de agua oculta y fácil nido, su canción de árbol alto y verde brisa? ¿Cómo pudo callarse tan deprisa? ¿Dónde pudo perderse tanto ruido, tanto amor, tanto encanto, tanta risa, tanta campana como se ha perdido?