El sol vuelva a caer tras mazmorras que cual gigantes hacia el cielo se alzan. Las sombras se estira, engullen los restos de un día ya muerto en silencio completo y total.
Y siento fuego dentro de mí.
Poco gusto deja a la lengua el apreciar esta fría colección de tumbas que esperan a ser cavadas a los pies de quienes sangran siempre en secreto.
Nocturno el rito que nos une bajo los astros de otoño. En circulo ancestral que el espíritu noble habrá de arrastrar.
La llama de Prometeo orbita entre penumbras, nos invita a la noche atravesar.
Penetrando en su corazón hasta ser uno con todo.
En una sola conciencia se funden las mentes de los cofrades y fieles. Volteando los ojos hacia el interior del ser para llegar más allá.
Hostiles las voces que juzgan esta ceremonia de ascenso. Si miraran donde las flores arden quizás podrían comprender que el humo que se eleva no es más que el legado de Gaia.