Dijiste vamos a nadar, nunca he visto olas tan gigantes, dijiste qué nos va a pasar.
Y que todo va en bracear, y hacías con los brazos de manera circular.
Entonces nos lanzamos a nadar y las olas explotaban como si nos odiaran, y nos golpeaban sin piedad, y yo braceaba y braceaba, no servía de nada, daba igual.
Es que yo en ti confiaba más, yo sólo seguía sin más tu físico espectacular.
Así que simplemente me dejé llevar y ahí vi como pasabas, toda doblada tu espalda y no vi más.