En una tarde triste, de muerta primavera Corrientes en mi ensueño te vi, por vez primera, y fueron dos ojazos con su mirar de fuego que a su mágico influjo me hicieron suspirar. Y su mirada pura, de suave terciopelo, embelleció la noche brillando cual lucero; perfumando la brisa y al cielo como un ruego del fondo de mi alma entono este cantar.
¡Noches correntinas, gime el canto de un porteño y el suspiro que entre sueños va evocando en su canción! ¡Noches correntinas, de recuerdos cariñosos por dos ojos muy hermosos suspiró mi corazón!
Fueron sus ojos brujos que al embargar mi vida la ataron para siempre en ansias contenidas. Y al despedirme de ellos, mi linda correntina, como si fuera un niño, me puse a sollozar. ¡Oh, bella correntina! ¿Qué has hecho de mi alma? ¿Qué has hecho de mi vida que ya no tengo calma? ¡Quisiste darme abrigo, pero cual golondrina, no pude detenerme para poderte amar!