Escucha, el aire entona un triste himno. Brazos de piedra adormecidos cuidan de nuestro descanso. No hay caminos que lleguen aquí. Los sueños son distintos estando tan lejos, no consuelan igual, no endulzan la mente con su paz.
Vuelve a mí, tormento ideal. Vuelve a mí, no puedo más.
En cada instante de agonía se apodera de mis deseos; en sus manos me arrulla.