Una barca en el puerto me espera, no sé dónde me ha de llevar, no ando buscando grandeza, sólo esta tristeza deseo curar. Me marcho y no pienso en la vuelta, tampoco me apena lo que dejo atrás, sólo sé que lo que me queda, en un solo bolsillo, lo puedo llevar. Me siento en casa en América, en Antigua quisiera morir, parecido me ocurre con Africa, Asila, Esaurira y el Rif... ... pero allá donde voy , me llaman el extranjero, donde quiera que estoy, el extranjero me siento. También extraño a mi tierra, aunque la quiera de verdad, pero mi corazón me aconseja, los nacionalismos... ¡qué miedo me dan! Ni patria ni bandera, ni raza ni condición, ni límites ni fronteras, extranjero soy.