Tristes estilos de amor, la vieja sonanta gime y una pena negra oprime la garganta del cantaor.
Porque el viento del dolor que aúlla en la lejanía, le arrancó la alegría a los bordones de plata de aquel clavel escarlata que trajo desde Andalucía.
El bordoneo palpita, como arrancado de una pena, y el pobre rancho se llena de una ternura infinita. Vidalita, vidalita, un corazón se lamenta mientras inmóviles atentan la figura de un caranchón, que está contemplando el rancho desde una blanca osamenta.