El que ansioso de alta gloria, joven dejó sus hogares, y lanzándose a los mares, voló a buscar la victoria, vencedor del turco fiero, vuelve, valiente cruzado, del sol el rostro tostado y tinto en sangre su acero.
Allí, su lanza en la lid dio a su renombre esplendor, le cantó el trovador como a impávido adalid. Ora vuelve, en su semblante con cicatrices de heridas en honra y pro recibidas de la que adora constante.
Vencedor del turco fiero, vuelve, valiente cruzado, del sol el rostro tostado y en sangre tinto su acero. Y las lunas abatidas de los árabes altivos, cien caballos, cien cautivos, cien cimitarras vencidas.
Tal vez al verle a su reja le desconozca la hermosa que sensible y cuidadosa oyó otro tiempo su queja. Que por la cruz y en su honor ha alcanzado la victoria, y su nombre y su memoria realzó en la lid su valor,
Vencedor del turco fiero, vuelve, valiente cruzado, del sol el rostro tostado y en sangre tinto su acero. Y las lunas abatidas de los árabes altivos, cien caballos, cien cautivos, cien cimitarras vencidas.