Pisas la calle, caminas en negras, la miseria clava clavos a negras y hace el amor al compás, sin gas.
Suenan campanas, te mueves, sospechosos, con el pecho en los hombros empiezas a bailar, a patinar.
Bombeas sangre a negras, porque sientes tanto el cielo, sientes cada muro, cada vía, cada esquina.
En la ciudad es domingo y hace mucho frío, el monstruo de las Ramblas te sigue, te sigue, silenciosos.
La máquina siempre gira a negras y sube el tomate sin parar, el alquiler sin parar, el movimiento sigue en las calles. Y los niños, ¿dónde están?
La máquina siempre gira a negras y sube el tomate sin parar, el alquiler sin parar, el movimiento está en las calles. Y los parques, ¿dónde están?
Dispara a negras cuando estés atrapada, cuando sueñes con la muerte o tu jefe quiera violarte. Si tienes todo por lo que todo dejaste y sientes ganas de llorar, es que formas parte del engranaje, es que te oxidas todavía. Recuerda: las campanas no dejan de sonar, que atraviesan muros si las quieres escuchar.
Que la máquina siempre gira a negras y sube el tomate sin parar, el alquiler sin parar, el movimiento sigue en las calles. Y tus sueños, ¿dónde están?