Camina don Boyso mañanita fría a tierra de moros a buscar amiga.
Hallóla lavando en la fuente fría: ¿Qué haces ahí, mora, hija de judía? Deja mi caballo beber agua fría. Reviente el caballo y quien lo traía, que yo no soy mora ni hija de judía. Soy una cristiana que aquí estoy cautiva. Si fueras cristiana yo te llevaría, en paños de seda yo te envolvería; pero si eres mora, yo te dejaría.
Montóla a caballo por ver que decía; en las siete leguas no hablará la niña. Al pasar un campo de verdes olivas por aquellos prados qué llantos hacía. ¡Ay prados! ¡Ay prados! prados de mi vida. Cuando el rey mi padre plantó aquí esta oliva, él se la plantara, yo se la tenía, la reina mi madre la seda torcía, mi hermano don Boyso los toros corría. ¿Y cómo te llamas? Yo soy Rosalinda, que así me pusieron porque al ser nacida una linda rosa n´el pecho tenía.
Pués tú, por las señas mi hermana serías. Ábra la mi madre puertas de alegría, por traerla nuera le traigo a su hija.