Muchachita porteña, desdeñosa y coqueta
La de traje escarlata y dorado escarpín,
La que va a misa de once con mantilla y peineta
Y el cabello aromado de magnolia y jazmín.
Yo no sé cuánto tiempo hace ya que camino
Desde Santo Domingo a la Vieja Merced,
Y que sigo tus pasos como un peregrino
Muchachita porteña, la que siempre adoré.
Por tu calle hoy pasé de mañana
Y tu gracia ondulante divisé en el balcón,
Pero el golpe que diste al cerrar la ventana
Fue la pena de muerte... la pena de muerte
Para mi corazón.
Yo bien sé que no me amas, muchachita porteña
Y que todos te dicen que me debes rehuir,
Porque soy un iluso, un poeta que sueña
Y soñando y cantando, no se puede vivir.
Mas no importa, te juro que por mucho que me huyas
Con más bellos acentos sonará mi canción,
Y por lejos que vayas, han de ser siempre tuyas
Las amargas querellas de mi muerta ilusión.
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