Cuando tú pasas caminando por las tardes, repiqueteando tu taquito en la vereda, marcas compases de cadencias melodiosas de una milonga compadrón y callejera. Y en tus vaivenes pareciera la bailaras, así te miren y te miren los que quieran, porque tú llevas en tu cuerpo la arrogancia y el majestuoso ondular de las porteñas.
Tardecita criolla, de límpido cielo bordado de nubes, llevas en tu pelo. Vinchita argentina que es todo tu orgullo... ¡Y cuánto sol tienen esos ojos tuyos!