Saliste a la arena del night club y yo te recibí con mi quite mejor. Estabas sudadita pues era una noche que hacía calor. Te invité a una copita y tú me endosaste el primer revolcón.
Tenías querencia a la barra y tuve que tomar tres puyazos de ron, para sacarte a los medios, con el beneplácito de la afición, que con olés me animaba, mientras me arrimaba a tan brava mujer.
Y yo bolinga, bolinga, bolinga, haciendo frente a la situación, con torería y valor.
Y allí en la arena del night club, citando sin ventaja y contento de ron. Te ceñí la cintura, palpando tu faja con garbo y valor, entre olés, ovaciones, y aclamaciones de satisfacción.
La culpa fue del Cha-cha-chá, que tú me invitaste a bailar. Embistiendo a mi capote, yo me asomaba al balcón de tu escote. La culpa fue del Cha-cha-chá, sí, fue del Cha-cha-chá, que me volvió un caradura, por la más pura casualidad.
Salimos por la puerta del night club cogidos de la mano para celebrar el triunfo verdadero del arte torero y del cha-cha-chá, que nos unió para siempre, sentimentalmente por casualidad.
Por eso la culpa fue del Cha-cha-chá yo sé que la culpa fue del cha-cha-chá por eso la culpa fue del cha-cha-chá
La culpa fue del Cha-cha-chá que tú me invitaste a bailar Embistiendo a mi capote yo me asomaba al balcón de tu escote La culpa fue del Cha-cha-chá sí fue del Cha-cha-chá que me volvió un caradura por la más pura casualidad.