¿Y qué pasa si me enojo; si no puedo controlarme y me vuelvo medio loco, y comienzo a desquitarme, devolviendo cada espina cada bronca, cada agravio, y algunas fechorías a unos cuantos funcionarios? ¿Y qué pasa si enveneno al que anda envenenando; si asalto al usurero, al ladrón de guantes blancos; si le pongo un par de bombas donde vive el terrorista; y, siguiendo con la moda, me desnudo en cada esquina?
¿Quién levantaría su dedo, acusándome de loco? ¿Quién me llevaría proceso, y quién más, al calabozo? ¡Cuidado! ¡Cuidado! ¡Cuidado con el loco, que está dentro de mí! ¡Aviso! ¡Advierto! No me presionen tanto, el loco va a salir. ¡Cuidado! ¡Cuidado! ¡Cuidado con el loco que trata de salir!
¿Y qué pasa si este loco, no sé cómo, en qué momento, se libera de algún modo y no puedo detenerlo y se junta con los otros que, cansados de ser cuerdos, se volvieron todos locos, locos, malos y violentos? ¿Y qué pasaría si todos, todos juntos y dementes, a la voz de “ojo por ojo”, cobrarían diente por diente cada deuda, cada saldo, cada día sin alegría, cada cruz del Campo Santo, cada estafa recibida?
¿Quién levantaría su dedo, acusándolos de locos? ¿Quién los llevaría procesos, y quién más, al calabozo?
¡Cuidado! ¡Cuidado! ¡Cuidado con el loco que trata de salir! Aviso, advierto: Ya no presionen tanto, que el loco va a salir. ¡Cuidado! ¡Cuidado! ¡Cuidado con el loco que anda por ahí. ¡Cuidado! ¡Cuidado! ¡Cuidado con el loco que anda por ahí!