Nadie en el campo sabía quién era aquel rojiblanco tan audaz y temerario que en el área se internó. Nadie sabía su historia mas la afición suponía que un gran dolor le mordía como a un lobo el corazón.
Cuanto más duro era el juego y la pelea más fiera, defendiendo su bandera el rojiblanco avanzó y sin temer el marcaje del enemigo desatado supo saltar como un bravo y a las mallas remató.
Y al mirar a las gradas llenas de gente, murmuró el rojiblanco con voz valiente:
-Soy un socio del Atleti. Tengo un hombre en mi nevera. Soy un socio del Atleti que va a unirse en lazo fuerte con la hinchada colchonera.
Cuando al fin lo retiraron en su cartera encontraron una carta y un retrato de Luis Aragonés. Y aquella carta decía:
“Si Muñoz un día te llama, para mi un puesto reclama, que a buscarte pronto iré”.
Y en el último pase que le enviaban un gol de cabeza le consagraba. Por ir a tu campo a verte, mi más leal compañera, me hice socio del Atleti, la estreché con lazo fuerte roja y blanca, la bandera. Roja y blanca, la bandera. Roja y blanca, la bandera.