Oigo, patria, tu aflicción, y escucho el triste concierto que forman tocando a muerto la campana y el cañón. Sobre tu invicto pendón miro flotantes crespones, y oigo alzarse a otras regiones en estrofas funerarias, de la lglesia las plegarias, y del Arte las canciones.
Lloras porque te insultaron los que su armor te ofrecieron... ¡a ti, a quien siempre temieron porque tu gloria admiraron; a ti, por quien se inclinaron los mundos de zona a zona a ti, soberbia matrona, que libre de extraño yugo, no has tenido más verdugo que el peso de tu corona!...
Doquiera la mente mia sus alas rápidas lleva, alli un sepulcro se eleva, cantando tu valentia; deste la cumbre bravia que el sol indo tornasola, hasta el África, que inmola sus hijos en torpe guerra, ¡no hay u puñado de tierra sin una tumbra española!....
No puede esclavo ser pueblo que sabe morir
Tembló el orbe a tus legiones, y de la espantada esfera sujetaron la carrera las garras de tus leones; nadie humilló tus pendones ni te arranco la victoria; pues de tu gigante gloria no cabe el rayo fecundo, ni en los ámbitos del mundo, ni en el libro de la Historia. Siempre en lucha desigual cantan tu invicta arrogancia, Sagunto, Cádiz, Numancia, Zaragoza y San Marcial; en tu suelo virginal no arraigan extraños fueros, porque indómitos y fieros saben hacer tus vasallos frenos para sus caballos, con los cetros extranjeros...