Los proyectos pro-imperialistas del gobierno encuentran en el pueblo, como siempre, la última frontera, la impasable: F.A.R. y Montoneros, la patria peronista en armas, crecen y se expanden a lo largo y ancho del país. En la dura lucha también sufren derrotas y retrocesos, compañeros muertos y apresados. Impotente el régimen apela al secuestro, a torturas salvajes, al crimen, como Baldú, como Pujals, como los compañeros Verd, también Juan Pablo Maestre y Mirta Misetich, combatientes de las F.A.R., son asesinados a sangre fría por los comandos armados de la anti patria. Allí mueren los dos: en una conjunción de amor y militancia, que estremecerá al pueblo en lo más hondo de su sentimiento. Juan Pablo y Mirta, Mirta y Juan Pablo. Quizás podamos imaginar que fue ella, esa última noche, la que habló a su compañero, o recordó como nunca aquella frase: en una revolución, o se triunfa, o se muere. cantado:
Pobre lacayo que has puesto tus puños sobre su cuerpo, fíjate bien que ese hombre que me has matado no ha muerto.
No pueden torturadores quebrar su limpia alegría, de justo y enamorado, de luchador por la vida.
Caiga esta copla Maestre sobre la faz del verdugo, que está cantando tu muerte como un martillo en el yugo.