Para sentir América no alcanza con hablar en castellano ni cargar todas las tintas en Colon, ni colgar en el salón un manto raro cargado de color, bordado con las manos. Para sentir América no alcanza con decir "que tierra bella, que paisaje, cuanto verde, cuanto sol, que buen aire en este hotel de cinco estrellas, que buena su canción, que venga otra botella." Hay que vivir en su pellejo, hay que subir el barrio viejo y desde ahí sentir América. Hay que aguantar la nube gris debajo de un techo de zinc para decir "así es América". Para sentir y hablar de tantas maravillas hay que sentir primero el agua hasta las rodillas. Para sentir América no alcanza con el carnaval de Río, ni trepar a la pirámide del Sol ni bailar el tango como Valentino, ni la coca con ron ni el cóctel de mariscos. Para sentir América no alcanza con la agencia de turismo ni llorar por lo que el viento se llevo y mirar cuanto se lleva el egoísmo y aquí cuanta ilusión rodó por el abismo. Hay que abordar la caravana de los que no tienen nada y desde sentir América. Hay que romperse el corazón, cargar al hombro su dolor para decir "así es América". Para sentir como es América en verdad primero hay que sentir las voces de la oscuridad: "Yo soy América y tengo frío y el pie descalzo como los que están conmigo. Somos América y no pudimos dormir bien, a ver si al sentirnos puede dormir Usted"