Con cenizas, con desgarros con nuestra altiva paciencia, con una honesta conciencia, con enfado, con sospecha, con activa certidumbre, Pongo el pié en mi país.
Pongo el pié en mi país, y en lugar de sollozar, de moler mi pena al viento, abro el ojo y su mirar, y contengo el descontento.
Vuelvo hermoso, vuelvo tierno, vuelvo con mi espera dura, vuelvo con mis armaduras, con mi espada, mi desvelo, mi tajante desconsuelo, mi presagio, mi dulzura. Vuelvo con mi amor espeso, vuelvo en alma y vuelvo en hueso, a encontrar la patria pura, al fin del último beso.
Vuelvo al fin sin humillarme, sin pedir perdón ni olvido. Nunca el hombre esta vencido, su derrota es siempre breve, un estímulo que mueve, la vocación de su guerra, pues la raza que destierra y la raza que recibe, le dirán al fin que el vive, dolores de toda tierra.
Vuelvo hermoso, vuelvo tierno, vuelvo con mi espera dura, vuelvo con mis armaduras, con mi espada, mi desvelo, mi tajante desconsuelo, mi presagio, mi dulzura. Vuelvo con mi amor espeso, vuelvo en alma y vuelvo en hueso, a encontrar la patria pura, al fin del último beso.