Para correr hacia el mar vistiéndonos de sol, para tener y prestar niñez del corazón. Para jugar a inventar el mundo en una flor, somos dos, somos dos. La eternidad es hoy, la eternidad para cantar y derrotar al tiempo. Para cruzar sin temor el valle y el volcán, somos dos, somos dos. Enamorándonos, viviendo sin después, ni adiós, ni olvido. Para pedirle al dolor que ya no vuelva más, somos dos, somos dos. Ilusionándonos por una pequeñez, un color quizás perdido