Las doce marcaba el reloj de la sala prendido de sueño la luz apagué cuando oí una fuerte voz que me llamaba y aparecióseme Lucifer. No tiembles de miedo -me advirtió- que es falso lo que te han contado los curas de mí. Conozco tus trucos -le dije al diablo-, búscate otro fausto y déjame dormir. El cielo que sueñas, contestó enfadado, es un club privado de gente formal, yo vengo a llevarte de viaje conmigo al país del que nadie a vuelto jamás. Hizo un gesto con su mano y en el espacio me encontré, volando con alas de espuma mirando la tierra a mis pies. Enjambres de estrellas cruzamos veloces mientras en mi oído sonaba su voz: Hace muchos siglos -me dijo- en el cielo hubo una sangrienta revolución, un grupo de ángeles nos levantamos contra el poder absoluto de Dios. Como todo vencido conocí el exilio la calumnia el odio y la humillación, pero te aseguro que de haber ganado ni muerte, ni infierno, ni cinco, ni dos, ni tuyo, ni mío, ni odio, ni trabajo, habrían existido, ni diablo, ni Dios. Déjame vivir contigo, demonio amigo -supliqué- no me hagas volver a la vida perdida ya mi antigua fe. Escuchóse entonces un bárbaro trueno y en mi cama sudando debí despertar, mi amigo el diablo se esfumó gritando: Cuenta lo que sabes a la humanidad. Desde entonces robo, bebo, mato, arrastro una miserable vida criminal, pues sé que a la muerte me estará esperando en el dulce infierno mi amigo Satán. Sí, esto que les cuento es una historia cierta, ustedes si quieren me creen o no, pero no le cierre la puerta al diablo si llama una noche a su habitación.