Viven sin cesar matando mi ansiedad, los sones de las campanas: “din don, din don” es su canción. ¿Cómo iba a pensar, que hoy al retornar moría mi gran amor? Cuando por fin iba a estrecharla entre mis brazos ¡se interpone este burlón “din don”!
¡Ay, qué triste estoy, amor! ¡Ay, qué grande es mi dolor! Hoy que al fin mi sueño se cumplía, que a tu lado al fin volvía me arrebatan tu querer. ¡No! No, no puede ser, amor, no, pensá mi bien, que no— dile que se callen las campanas— ¡que no siga este burlón “din don”!