Tango 1928 Música: Anselmo Aieta Letra: Francisco García Jiménez Aún el tiempo no logró llevar su recuerdo, borrar las ternuras que guardan escritas sus cartas marchitas que tantas lecturas con llanto desteñí... ¡Ella sí que me olvidó!... Y hoy frente a su puerta la oigo contenta, percibo sus risas y escucho que a otro le dice las mismas mentiras que a mí...
Alma... que en pena vas errando, acércate a su puerta suplícale llorando: Oye... perdona si te pido mendrugos del olvido que alegre te hace ser... ¡Tú me enseñaste a querer y he sabido! Y haberlo aprendido de amores me mata... Y yo que voy aprendiendo hasta a odiarte, tan sólo a olvidarte no puedo aprender.
Esa voz que vuelvo a oír, un día fue mía, y hoy de ella es apenas el eco el que alumbra mi pobre alma en pena, que cae moribunda al pie de su balcón... Esa voz que maldecí, hoy oigo que a otro promete la gloria, y cierro los ojos, y es una limosna de amor, que recojo con mi corazón.