La noche de mi primera reunión de célula llovía mi manera de chorrear fue muy aplaudida por cuatro o cinco personajes del dominio de Goya todo el mundo ahí parecía levemente aburrido tal vez de la persecución y hasta de la tortura diariamente soñada. Fundadores de confederaciones y de huelgas mostraban cierta ronquera y me dijeron que debía escoger un seudónimo que me iba a tocar pagar cinco pesos al mes que quedábamos en que todos los miércoles y que cómo iban mis estudios y que por hoy íbamos a leer un folleto de Lenin y que no era necesario decir a cada momento camarada. Cuando salimos no llovía más mi madre me riñó por llegar tarde a casa.