Nunca olvidaré en mi vida esa tarde fría del invierno aquel; yo esperaba en un portal, comenzaba a llover. Tú llevabas un paraguas, yo tomé tu brazo y me cobijé comenzamos a reír, caminamos sin saber.
Nunca, mi amor, olvidaré cuando por primera vez yo te besé; nunca, mi amor, olvidaré todo el mundo de ilusión de nuestro ayer.
Nunca olvidaré las horas que pasamos juntos en aquel café; la emoción que yo sentí al acariciar tu piel. Tú tenías quince años, yo no había cumplido aún los dieciséis. Desde entonces soy feliz, tal y como lo soñé.