Anoche me comí toda la caja. ¡Un cuarto de kilo de bombones! Ahora tengo que hacer otra semana de dieta. Ahora o nunca. A las diez y media de la mañana Margarita nos ha traído un café a Paco, a Miguel y a mí a la sala de reuniones. O sea, a mi despacho. Después les he dado unas fotocopias con un resumen de la vida de Urpiano. Esto es exactamente lo que he escrito: «Nace en El Roncal, un pueblo navarro10, a finales del siglo pasado. Estudia en Santander y pronto se va a Francia. Vive en varias ciudades francesas pero, hacia 1920, va a París. En París conoce a André Breton, Max Ernst, Salvador Dalí y Pablo Picasso. Sus cuadros son cubistas, con influencias surrealistas. Hacia los años treinta se va a vivir a Figueres11 y pasa mucho tiempo con Dalí en Port Lligat y en Cadaqués12. De esta época son sus mejores cuadros. Después de la Guerra Civil13, se traslada a Argentina y ya nunca más se vuelven a tener noticias de él. Parece que muere en Buenos Aires a final de los años setenta. Parece, también, que tuvo muchos problemas económicos y que vendió todos sus cuadros por muy poco dinero. En 1980 aparecen en España tres de sus cuadros. Los críticos de arte lo descubren. Publican muchos artículos sobre él y los cuadros suben rápidamente de valor. Urpiano se pone de moda. Desde ese momento empiezan a aparecer cuadros suyos. En el pasado año se han subastado más de treinta obras suyas y se han pagado fortunas. Por uno de los cuadros, “Tú en el Ampurdán”, el Museo de Arte Moderno (MOMA) de Nueva York ha pagado más de quinientos millones de pesetas. Sus cuadros se han subastado en las más importantes galerías de arte del mundo. Sotheby’s, en Nueva York, se ha especializado en los últimos años en este pintor». –¡Qué bestia! –ha exclamado Miguel después de leer el texto. –¿Quién? –le he preguntado yo– ¿Urpiano? –No, yo. –¿Tú? ¿Por qué? –Porque no tenía ni idea de que existía este pintor tan importante. –Yo tampoco –ha dicho Paco. –Ni yo. Pero es normal, ¿no? –¿Normal? –ha dicho Miguel muy sorprendido–. Nosotros somos unas personas cultas. Hemos estudiado en la Universidad, viajamos, vemos exposiciones, vamos a museos y, sin embargo, no conocemos a Urpiano… –Miguel, yo digo que es normal porque hasta mil novecientos ochenta nadie conocía sus obras… –Pobre hombre, ¿no? –ha dicho Paco. –¿Quién? –he preguntado– ¿Miguel? –No. Urpiano. Es el gran pintor desconocido… Tan bueno como Dalí, pero todo el mundo conoce a Dalí y nadie le conoce a él… –Bueno, bueno, pero a lo mejor Urpiano no existe –les he recordado–. Nuestro cliente, Cayetano Gaos, piensa que Urpiano nunca ha existido. Y nosotros tenemos que descubrir si eso es verdad… Por cierto, ¿a qué hora vas a ir a ver a Anna Ricart? –Después de comer. Es que hoy tengo una comida importante, muy importante. –Ah, ¿sí? –he dicho con cierta ironía– ¿Y cómo se llama ella? Esta vez he acertado. –Violeta –ha dicho Paco, un poco colorado. –Mmm, un nombre de flor… Un nombre muy bonito. La otra tenía nombre de virgen14, ¿verdad? ¿Cómo se llamaba? ¿Mercedes? ¿Lourdes? ¿Pilar? –Macarena –ha contestado Paco de mal humor. –Ah, sí es verdad. Macarena. Sevillana, ¿no? –Sí –ha dicho Paco aún más enfadado. –¿Y ésta de dónde es? A veces soy un poco mala… Pero Paco es bastante machista y a mí los hombres machistas no me gustan nada. –Uruguaya. –Bueno, al menos no tienes problemas con el idioma. –Muy graciosa –ha dicho Paco, verdaderamente enfadado. Mis socios son así. Uno, un mujeriego incorregible y el otro, un tímido incorregible. Claro que yo también soy muy mía15: a Miguel le digo que tiene que salir con más mujeres y a Paco le digo que tiene que salir con menos mujeres. La vida es un lío. Antes de comer he llamado a Javier Mézquiriz, mi amigo pintor. –¿Diga? –¿Javier? Soy Lola Lago. –¿Lago? «Lagonocida» detective… Javier siempre hace juegos de palabras. –Te necesito. –Al fin –ha contestado él como un enamorado loco de pasión. –¿Puedes tomar una copa conmigo? –¿Cuándo? –Lo antes posible. ¿Puedes esta tarde? –¿Esta tarde? No sé… ¿Hoy qué día es? Los genios nunca saben en qué día viven. –Miércoles. Miércoles, 17 de octubre. –¿Ya estamos en octubre? No he querido decirle en qué año estamos. No quería sorprenderlo. –A ver… No sé qué tengo que hacer hoy… Espera un momento, voy a preguntárselo a Gloria… Gloria es su mujer y su agenda. He esperado un ratito. –¿Lola? Oye, que sí que puedo… ¿A qué hora quedamos? –Pues no sé… ¿Qué tal a las ocho? –¿A las ocho…? A ver… No sé… Está claro. A Javier Mézquiriz le cuesta concretar citas. He esperado un rato más. Al final ha dicho. –Mejor a las ocho y media… –Vale, de acuerdo. A las ocho y media. ¿Dónde? –¿Te va bien en el Café Central16? –Perfecto. En el Café Central hay siempre mucho ruido a las ocho y media de la noche. Pero no importaba. Todo, con tal de quedar de una vez. Hemos estado hablando mucho rato de Urpiano. –A mí hay cuadros que me gustan mucho y otros que no me gustan nada… Me parece muy desigual… –¿Pero es tan bueno como dicen? –Psé. Está de moda. Ha sido el pintor maldito… El desconocido… Y ahora la gente paga millones por cualquiera de sus cuadros. Incluidos los malos. –¿Y tú sabes por qué nadie lo conocía antes de 1980? –Sé lo que sabe todo el mundo, que se fue a Argentina después de la guerra, que tuvo problemas económicos y que murió sin dinero y sin fama… –¿Y no sabes nada más? –Hay muchas teorías… –Ah, ¿sí? –Hay gente que dice que es el mismo Dalí… –¿En serio? –Pero no puede ser… –¿Por qué? –Porque Dalí dibuja muy bien y Urpiano dibuja bastante mal… –Ah, ya. –Otros dicen que Urpiano era mejor que Dalí y que Dalí hablaba mal de él… –Y así nadie compraba sus cuadros… –Exactamente. Siempre lo he dicho: soy una magnífica detective. –¿Y nadie dice que Urpiano no ha existido nunca? –le he preguntado al final. –No, ¿ves? Eso no lo dice nadie… –¿Y qué te parece la idea? –Un poco surrealista… –Bueno, Urpiano es surrealista… –Surrealista pero posible, la verdad. En el mundo del arte actual todo es posible. Después hemos hablado de Gloria, su mujer, que es una conocida fotógrafa y que pronto va a exponer sus fotografías en Sitehevist, la famosa galería de arte. También hemos hablado de Carlota, su hija. Me ha enseñado unas fotos. Es guapísima. He llegado a casa tarde y cansada. No he cenado. No por la dieta, no. No he cenado porque no había nada en la nevera. He regado las plantas, he visto las noticias de la tele y he pensado en Urpiano y en Cayetano Gaos. Mañana lo pienso llamar. Para ir a ver los cuadros de Urpiano. Al menos teóricamente.