No queda más lustroso y cristalino por altas sierras el arroyo helado ni está más negro el ébano labrado ni más azul la flor del verde lino; más rubio el oro que de Oriente vino, ni más puro, lascivo y regalado espira olor el ámbar estimado ni está en la concha el carmesí más fino,
que frente, cejas, ojos y cabellos aliento y boca de mi ninfa bella, angélica figura en vista humana;
que puesto que ella se parece a ellos vivos están allá, muertos sin ella, cristal, ébano, lino, oro, ámbar, grana.