El huracán desrraigó con crueldad el rosal que planté en el jardín de mi amor que cuidé con afán y, al nacer una flor, la traición le cortó sin piedad su raíz y el rosal nunca más floreció.
Fueron sus caricias llenas de mal y traición, labios que mintieron despiadados y al besar su falsa boca se me helaba el corazón. Ilusión que se fue, amor que mató. Una mala mujer que lleva el veneno escondido en su negro corazón.