En lo alto de una abrupta serranía, acampado se encontraba un regimiento, y una moza que valiente lo seguía, locamente enamorada del sargento.
Popular entre la tropa era Adelita, la mujer que el sargento idolatraba, por que a más de ser valiente era bonita, que hasta el mismo coronel la respetaba.
Y se oía... que decía... aquel que tanto la quería...
Que si Adelita quisiera ser mi novia, que si Adelita ya fuera mi mujer, le compraría un vestido de seda, para llevarla a bailar al cuartel.
Una noche en que la escolta regresaba, conduciendo entre sus filas al sargento, y la voz de una mujer que sollosaba, su plegaria se escucho en el campamento al oirla el sargento temeroso, de perder para siempre a su adorada, ocultando su emoción cuando el en gozo, a su amada le cantó de esta manera.
Y se oía... que decía... aquel que tanto la quería...
Que si Adelita se fuera con otro, la seguiría por tierra y por mar, si por mar en un buque de guerra, si por tierra en un tren melitar.
Y si acaso yo muero en la campaña, y mi cadáver lo van a sepultar, Adelita, por Dios te lo ruego, que con tus ojos me vayas a llorar.