Hoy voy a hablaros del amante guisante, el hombre que montó un gran show por los aires con su casco plateado, traje verde y bambas a reacción.
Montó en aquella lanzadera dorada, acto seguido escribió coordenadas y en su capa había escrito un "te amo" en luces de neón.
Un asteroide, ahí va ... amante guisante, nuestro héroe total. Mira qué original, surcando los aires por su amor virginal. Y al divisar su hogar, la capa de alto voltaje enciende un mensaje especial.
Cuando la brisa hace bailar sus mejillas mira hacia abajo y ve a su amor de rodillas. Qué crueldad, crueldad, ¿qué hacen tantos hombres, por Dios?
Mientras su amada ve un avión por las nalgas, guisante nota un gran incendio a su espalda. No hay frenos ni hay dirección, creo que ha perdido el control.
"Un asteroide, ahí va", decía su amada, viendo al héroe quemar. "Un meteorito, ahí va", y mientras miraba su placer fue bestial. "Alas de fuego, un flash", son cosas que nunca se olvidan, nunca se olvidan, no se podrán olvidar.
Bajó en picado hacia un colegio de niñas, iba a hacer trizas vestuario y letrinas, y al ver el fin no sufrió, cosas del estado de shock.
Mamma, mamma ... no hay dolor. Mamma, mamma ... no hay dolor. Mamma, mamma ... viva el dolor, Mamma, mamma ... no muerdas, no. Mamma, mamma ... no pares, no. Mamma, mamma ... no pares, no, Mamma, mamma ... no hay dolor.
Bye, bye, guisante, bye, vaya acto de héroe, vaya imbecilidad. A reveure, adéu, tan sólo en los cuentos puedes idealizar. Auf Wiedersehen, au revoir, la musa es el medio, nadie es puro en verdad. Ciao, sayonara, au revoir, ¿un mito o un tipo suicida?, dime qué opinas, ¿o el problema es siempre hormonal? Ya nadie nota un guisante en la cama.